Tener una buena base de valores y principios es una característica primordial en cada persona, y es que, permite que todos podamos vivir armónicamente en comunidad y así poder evolucionar como sociedad. Es por esto que, es de gran importancia que desde niños se nos enseñe ciertos comportamientos y actitudes que sean perdurables en el tiempo. Aquí es donde entran los valores, ya que el respeto, la tolerancia, la ética, la solidaridad, entre otros representan la vía que conduce a una sociedad más humana.

Estos valores podrían ser considerados como pilares fundamentales, por lo que es mejor que la enseñanza de estos empiece desde el núcleo familiar. Educar a los niños con estos principios hará que ellos crezcan siendo buenas personas y les da la oportunidad de relacionarse de una manera correcta con los demás. Incluso las personas que hacen uso de estos fundamentos tienen un mayor grado de seguridad y confianza en sí mismos, a la hora de interactuar con los demás pudiendo saber que esperar a cambio.

¿Cómo educar desde las emociones positivas?

Las actitudes positivas representan un gran aliciente para la vida, permiten que los pensamientos y las acciones que desarrolle cada individuo estén refrendadas por sus valores. De esta forma, es muy bueno que los niños y jóvenes sean educados desde su propia casa a potenciar cada vez más las emociones positivas. Poner énfasis en estas permite que el miedo o la ira que son sentimientos que restan mucho a las personas, puedan ser controlados.

Cualquier familia puede en su núcleo más íntimo fomentar que el positivismo de sus miembros se contagie, y de esta forma podrá reforzar esos valores que se inculcan en las escuelas.

Hay que prestar atención a las conversaciones en casa

Para ello, es necesario que todos los miembros de la familia tomen su rol de una forma adecuada. Muchas veces no nos ponemos a pensar en el efecto que tiene sobre los más pequeños esas conversaciones que se tienen en familia. La verdad es que los niños están atentos a todo lo que se dice, y es necesario prestar mucha atención a lo que se dice cuando estamos delante de ellos. Quejarse del trabajo o de las situaciones que se presentan en la vida, e incluso demostrar cierta preocupación ante los niños puede generar en ellos ciertas emociones difíciles de superar.

Así que es mejor enfocar estas situaciones desde un punto de vista diferente, y poder enfocar las conversaciones sobre estos temas desde el punto de vista de cómo resolverlas.

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Aprender a equivocarse y pedir perdón

Aunque muchas veces sea difícil, pedir perdón y aceptar que nos hemos equivocado hace que cualquier relación pueda ir mejor. Y una forma perfecta de enseñar a nuestros hijos y de aprender como padres es la de reconocer cuando hemos tenido un mal día, y poder hablar sobre el tema en familia. Muchas veces se discute y se genera un mal sentimiento que no ayuda en nada, por lo que aprender de los errores cometidos y disculparse por esas faltas que puede tener cualquiera, hará que todos los miembros de la familia puedan ver desde un punto de vista más natural el hecho de equivocarse.

Resaltar los logros y el esfuerzo de los niños

Pero del mismo modo en que nos equivocamos, también es cierto que podemos lograr ciertas cosas muy positivas tanto en el campo de los estudios, como en el laboral e incluso familiar. Allí es donde entra el beneficio de felicitar a los hijos, y a los demás miembros de la familia por los logros y el esfuerzo que han dado para la consecución de una meta.

Debe reconocerse esos resultados positivos, y en el caso de que aún no lo hayan logrado, es importante ayudarle y tender una mano para que puedan completarlo. Así, todos tendrán un pensamiento positivo que ayudará en su crecimiento personal y profesional.