En los años 90, el boom de las carreras universitarias entró de lleno en España, un país que por fin parecía estar modernizándose de verdad y buscando su sitio en la nueva Europa. Los jóvenes nacidos al final de la dictadura, o incluso ya en democracia, tenían un futuro prometedor por delante. El estado había apostado fuerte por mejorar las infraestructuras educativas, y el acceso a la universidad ahora era más sencillo que en épocas pasadas. Los padres de esa generación, conscientes de lo complicado que era para ellos mismos obtener un buen futuro, no dudaban en inculcar a sus hijos la necesidad de estudiar mucho. Tener un título universitario significaba asegurar el futuro, o al menos eso se pensaba en aquel momento. A finales de la década siguiente, las crisis económicas y la situación desesperante del país llevó a muchos universitarios a plantearse si aquello era realmente lo que querían hacer.

El acceso más sencillo y directo a una carrera también supone, a posteriori, una devaluación de esos títulos. Ya no vas a ser un graduado entre 100, sino entre 1000, y la competencia es durísima. Los sueldos se estancaron, y la diferencia entre un licenciado universitario y un graduado en formación profesional ya no era tan grande. Sin embargo, la Universidad sigue siendo el objeto primordial para muchos en sus años estudiantiles. Sea por vocación, por el deseo de estudiar una carrera concreta o sencillamente, porque la idea de “es lo que hay que hacer” sigue muy presente en nuestras vidas. Las cosas han cambiado mucho desde aquella época, y ahora los planes de estudio incluyen masters de especialización, pero la preparación sigue siendo insuficiente. El acceso al mercado laboral está cada vez más complicado, ya que las empresas buscan a personas con experiencia, algo que estos jóvenes todavía no tienen. Muchos han tenido que emigrar a otros países en busca de un futuro mejor, o terminan en puestos poco cualificados después de estudiar dos carreras y hablar tres idiomas. Por eso tampoco nos extraña que en muchas ocasiones, las universitarias busquen alternativas laborales menos usuales para ganar dinero…

Cada vez más jóvenes en la prostitución

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En los últimos años hemos podido leer numerosos artículos en la prensa española, y también internacional, sobre el auge de la prostitución universitaria. Chicas jóvenes, de entre 18 y 24 años, que combinan sus clases en la universidad con servicios de escort, de la misma forma que otras trabajan en bares o supermercados. Esto no es un fenómeno reciente, pero sí que está dando más la cara en nuestros días por haberse expandido más. La apertura sexual que vivimos en nuestro tiempo también ha ayudado a que las chicas jóvenes sean más desinhibidas a la hora de cruzar esa línea que para muchas sigue siendo peligrosa. La prostitución todavía se ve como una mafia en la que la chica está esclavizada por un proxeneta que la maltrata y se aprovecha de ella. Pero en el caso de estas universitarias, el trabajo es distinto porque son ellas mismas las que toman todas las decisiones.

Pago de tasas y gastos estudiantiles

¿Qué lleva a estas chicas a convertirse en prostitutas a una edad tan temprana? Hay muchas variables, sin duda, pero una de las más importantes es ganar dinero. Sea para pagar sus propios caprichos y tener un nivel de vida más alto, o simplemente para poder subsistir en una ciudad donde todo es muy caro, sin apoyo paterno. Para muchas jóvenes, la universidad es su primera experiencia fuera de casa. Pasan directamente de vivir muy cómodas bajo el techo familiar a tener que pagarlo prácticamente todo, desde el alquiler a la comida, pasando por las copas y la fiesta. Y luego también están las tasas de la carrera, los gastos comunes para las clases… Es una cantidad importante que en muchos casos deben afrontar por su cuenta, o con una pequeña ayuda económica de la familia.

Ante una situación así, las chicas buscan alternativas de trabajo que puedan compaginar con sus propios estudios. Es habitual verlas trabajando en restaurantes de comida rápida, supermercados o bares de copas. En otras muchas ocasiones, las chicas dan clases particulares para poder ganar algo de dinero con el que afrontar tanto gasto. Pero el trabajo de escort está mucho mejor pagado que cualquiera de esos, y además ofrece una libertad perfecta para estas estudiantes. Si a eso le sumamos que muchas de ellas están en su etapa de plenitud sexual y quieren probar cosas nuevas en lo referente al placer carnal, las piezas terminan por encajar. Cada vez son más las que se animan, por su propia cuenta, a buscar clientes para ofrecerles servicios sexuales.

Muchas buscan un sugar daddy

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Hay otra modalidad que se está haciendo muy conocida actualmente en España entre las universitarias. Para muchos es prostitución encubierta, para otros, una simple relación sin compromiso. Se trata del sugar dating, a través de la cual una chica joven busca a un hombre maduro y económicamente solvente, para compartir con él ratos de intimidad a cambio de cenas, viajes, regalos… Muchos se llevaran las manos a la cabeza al leer esto y pensarán que es una relación totalmente desigual, pero siempre que haya consentimiento por ambas partes… La chica no está obligada a tener relaciones sexuales con el sugar daddy, pero es cierto que en muchas ocasiones, los hombres sí que esperan este tipo de encuentros. Ya es cuestión de llegar a acuerdos.

De esta manera, la chica también puede llevar un nivel de vida más alto y tener mayor seguridad económica, sin estar convirtiéndose en una trabajadora sexual estrictamente hablando. No trabaja con clientes, sino que sale con un hombre maduro que le paga sus cosas. La relación suele ser abierta y no hay problema en que la chica tenga otras aventuras. De hecho, puede que estas relaciones de sugar dating acaben convirtiéndose en parejas más formales, porque ambas partes estén de acuerdo en que se gustan mucho y sienten algo más. El objetivo principal, sin embargo, es meramente pragmático: la chica recibe regalos y disfruta de un ritmo de vida alto a cambio de ratos de intimidad con un hombre maduro. Es un servicio muy parecido al que llevan a cabo las escorts VIP, en realidad, aunque como decíamos, el sexo no es obligado.

¿Un problema en nuestros días?

Cualquiera puede entender que esto del sugar dating, o la propia proliferación de la prostitución en la universidad, son problemas muy graves para nuestra sociedad. Las chicas están dejando atrás los remilgos sobre una profesión tan antigua como el hombre, y se están abriendo a probar cosas nuevas, sexualmente hablando. Muchas, eso sí, lo hacen por pura necesidad económica, y eso sí que puede ser un problema mucho más profundo. ¿De verdad necesita una joven en edad de estudiar tener que prostituirse para sobrevivir? ¿Qué clase de sociedad estamos creando para que esto tenga que pasar? Mientras las chicas tomen estas decisiones por su propia voluntad, la elección sigue siendo suya  y pueden hacer lo